La tarde del sábado acompañé a mis amigas a comprar su disfraz. Es una de las partes más divertidas del acontecimiento. Se probaron varios, por un rato fueron Blancanieves, Campanilla, Marian, chica Charleston...
Finalmente, las alitas naranjas de Campanilla hicieron que mi amiga Bimba se decantara por este disfraz. Sí, una Campanilla naranja, muy original. Las famosas alitas casi le sacan un ojo a más de uno pero, sin duda, ella y su varita mágica fueron de lo mejor de la fiesta.
Carmencita se convirtió en Marian, la de Robin Hood, y le puso los cuernos con este apuesto pirata que se encontró en la fiesta. Bueno, en realidad es su maridín, pero aún así no creo que Robin estuviera muy contento si viera esta foto.
El mejor disfraz inventado de la noche fue el de los Cazafantasmas. Muy metidos en el papel y muy simpáticos, posaron encantados con la fabulosa Audrey, del dulcísimo blog SoChicCakes, y conmigo.
Este Cazafantasmas se había fabricado sus lentes detectoras de fantasmas con unas gafas de piscina y unos rulos. ¡Qué imaginación! Y, ¿qué me decís del artilugio que se iluminaba cuando pasaba un fantasma cerca? ¡Chulísimo!
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